A los sesenta y ocho años una vieja enfermedad de "pagel" se agravó provocando una recaída de la que ya no salió.

Pagel, con prudencia, había ordenado izar la bandera propia de la guarnición.

Bolitho recordó entonces la capa de camuflaje que usaba el comandante Pagel.

Así sabía que el profesor Phil Pagel, el patólogo jefe, estaba trabajando.

Pagel se quedó en silencio un momento mientras hacía sus cálculos.

Pagel se desconectó y le tendió el cable a Top, que se enchufó.

Lo bueno de Pagel era que no se andaba con rodeos.

Por esa razón le había dicho a Pagel que debía trazarse una línea colectiva.

Antes de que Mohammed pudiese responder, oyeron la voz de Pagel en la puerta.

Edith Pagel guardó silencio al llegar aquí, mirando a Gwenda como si deseara excusarse.

Pagel los miró con la benevolencia de un padre paciente.

Pagel era un hombre de semblante amargo y labios prietos.

Pagel abrió la cremallera de la bolsa de plástico negra.

No quería restarle importancia al descubrimiento de Pagel, por lo que se limitó a decir:

Había coincidido con Pagel en más de una ocasión.

Para que el plan de Pagel funcionase habría que ocuparse, en primer lugar, del centinela.